jueves, 24 de julio de 2008

Una de chicos

Afuera llovía. Martín miró por la ventana e hizo “puchero”.
-Yo quería ir a jugar con los chicos, ¡ufa!
La mamá lo miró con ternura, la decepción de su nene le partía el alma.
- Bueno, ¡deciles que vengan a tomar la merienda a casa!
- ¡Pero nooo mami! ¡yo quería ir a jugar al fútbol a la canchita!
- Bueno Tincho, pero no se puede, está lloviendo.
- Si, ya sé – dijo el nene con voz burlona- ¿pero por qué no podemos ir a jugar igual? ¡es agua nada más!
- No Martín, no es sólo el agua. Está refrescando, vas a correr, vas a transpirar, y con el frío y todo mojado te vas a agarrar una flor de gripe.
- ¡UFA!
Tincho sabía que su mamá tenía razón, que hacía frío y podía enfermarse. Y que a sus amigos tampoco los iban a dejar ir. ¡Pero él iba a abrigarse! ¿Cuántas veces la lluvia sorprende a la gente por la calle, se mojan todos y aún así no se enferman?
Entiende que los grandes quieren cuidarlo, de toooodo. Pero por culpa de eso pierden el sentido de la diversión, los invade una constante preocupación hasta por las pavadas más grandes.
Se prometió que cuando creciera no iba a dejar nunca que la lluvia le arruinara ningún plan. Y lo hace. Los días más lluviosos y de frío, se toma un colectivo y va al cine. Aunque haya una llovizna molesta, se queda en la playa hasta última hora. Y así siempre. Al ir creciendo se dio cuenta de que muchas de las cosas que opinaba de chico fueron cambiando, modificándose por las nuevas experiencias y conocimientos.
Pero eso no. Esa es una batalla que el pequeño Martincito logró ganar.

1 comentario:

Xaj dijo...

Cosas de chicos, lamentos de grandes.

Saluditos.