jueves, 28 de junio de 2012

Femenino y Masculino

Hace poco, hablando con un amigo, de golpe tuve lo que creí una epifanía ¡Siempre había vivido equivocada!
Le estaba comentando varias cosas que me molestande las mujeres, como lo lo ridículo que me parece que le hagan llevar sus carteras a los novios. ¿Nosotras somos las nabas que necesitan llevar cuarenta mil boludeces que nunca usamos y se las vamos a hacer llevar a ellos? O como cuando se quieren hacer las sexies saliendo en bolas en pleno invierno... ¿Quién se termina cagando de frío por tener que darles la campera? ¡El tipo! Forrassssssssssss.
O yo estaba muy equivocada o las mujeres a través de los años domesticaron demasiado bien a los hombres y terminaron creyendo que algo de todo eso tiene sentido. Entonces me di cuenta de que la boluda, todo este tiempo, había sido yo.
Mi género pasó añares haciéndose las pelotudas, las débiles, las pobrecitas, para que los hombres hicieran todo por ellas ¡Y ellos se lo creyeron! Para peor, se sienten divinos por creerse imprescindibles para la pobre mujer. Y yo vengo a cuestionar toda esa dinámica ¡Qué idiota!
Pero después lo pensé mejor. No puedo prestarme a ese juego, no estoy de acuerdo con los estereotipos de lo femenino y lo masculino. Creo que hay diferencias, asocio a lo femenino con la dulzura y los cuidados y a lo masculino con la ternura y la protección. Sé que suenan parecido, pero para mi que son distintas cosas. También creo que las mujeres solemos ser más complicadas y los hombres más simples.
Más allá de eso, no veo tantas diferencias.
No soy una nena, no soy débil ni estúpida, no quiero fingir nada de eso para atraer a un hombre. No quiero a un hombre que se asuste de mi independencia. Quiero a uno que me ame por ser así. Que entienda que somos pares - una "pareja"- y que no tengo que necesitarlo para quererlo. Porque la clave es esa, , estar unidos por una elección mutua y no por ser dependientes uno del otro. Porque no me parece necesario responder a los roles sociales: ella cocina, él cambia los cueritos de la canilla. Hay parejas que, de casualidad, respondan a esas habilidades. Pero también puede ser que él sepa cocinar y ella cambiar el cuerito. O que los dos sepan ambas cosas y se turnen para hacerlas. O que ninguno sepa hacer nada de eso... hay tantas posibilidades. ¿Por qué limitarse a lo que nos hicieron creer que "debería ser"?