domingo, 16 de enero de 2011

Llueve en verano

Llueve en verano y todo es perfecto: el calor ya no es insoportable, mojarse no es pesado ni molesto. Es más, es un placer. Y al salir de la lluvia te secás enseguida, porque la ropa es liviana. Como las almas que, por algún motivo, también parecen ir más livianas. Será que hay menos personas en la ciudad, todos huyeron a sus vacaciones. Será que hay menos obligaciones por los recesos de verano y las personas tienen más tiempo de ser ellos mismos, de disfrutar y hacer lo que aman. O que no tienen, al menos, tantas preocupaciones.
Es un día ideal para reflexionar sobre tu vida, tus proyectos, los pasos a seguir. Para pensar qué tan delirantes son las ideas que querés llevar a cabo. Qué tan factibles podrían ser. Qué tan dispuesto a arriesgarte por ellas estás. O para tomarse un mate mirando a la lluvia desde la ventanta y no pensar en nada.
Y sabés que mañana, o a más tardar pasado, va a volver el calor, el sol... y el verano será el de siempre.

martes, 11 de enero de 2011

Ansiedad

Qué sensación de encierro cuando uno está donde no quiere estar. No porque lo esté pasando mal o porque esté triste o mal acompañado, sino porque siente desde lo más profundo que debería estar en otro lado. Que se está perdiendo de algo, que lo que quiere o necesita no está ahí donde está uno en ese momento.
Eso muchas veces pasa y uno ni siquiera sabe cuál es ese lugar donde debería estar. Pero cuando lo sabe... cuando lo sabe y no puede ir, o puede pero no todavía... es desesperante. Es una ansiedad que te carcome y te hace sentir que no hay nada que puedas hacer para dejar de sentirla, porque lo único que podría eliminarla sería estar ahí, ahí donde no estás.