jueves, 31 de julio de 2008

Cuentos solitarios III

Atiende el teléfono todavía aturdida por el sueño. Él tiene esa costumbre de llamar a cualquier hora, sin importar qué día sea. Ese sábado no es tan temprano, pero ella habría preferido seguir durmiendo un rato más. Igual no puede enojarse, de algún modo él siempre logra hacerla reír y olvidar los berrinches.
Si supiera lo importante que es para ella…bueno, lo sabe, se lo dice todo el tiempo. Él es su confidente, su compañero, es parte suya.
Ella nunca pudo olvidar esos pocos días, cuando eran chicos, en que fueron “pareja”. Pero él era tan pendejo… seguro ya lo olvidó.
Sin embargo, pasó mucha agua bajo el puente, mucho tiempo, otras personas. Ambos cambiaron. Y ya no lo ve del mismo modo. Aunque podría…pero no.
Siempre creyó una idiotez eso que veía en las novelas, lo de las personas renunciando al amor por miedo a “perder la amistad”. Pero ahora lo entiende.
Ella no está para relaciones “amorosas” y no podría permitirse arruinar todo con él. No se imagina la vida sin su presencia.
De acuerdo, esta noche se juntan, hace mucho que no se ven. Pero a comer nada más, nada de trasnochar, que ella el martes tiene un exámen y si se acuesta tarde pierde el domingo durmiendo. Eso, que sea una cena tranquila.

lunes, 28 de julio de 2008

Cuentos solitarios II

Él es un artista que se siente… no, que se sabe incomprendido. La gente no disfruta las artes plásticas como lo hace con la música, la literatura, el teatro. No, muy pocas personas lo entienden. A él no le importa demasiado. Le duele, pero aprendió a vivir con eso desde que descubrió su vocación. Y en cada cuadro, en cada escultura, deja una parte de sí.
No tiene mucho más que sus obras, un trabajo que no lo satisface, un sueldo que apenas le alcanza para cubrir los gastos del departamento que comparte con su amigo, y un auto destartalado que es una bendición. Gracias a él soporta ese trabajo chato y sin futuro, al menos viaja tranquilo escuchando la música que le gusta. Sale con tiempo, para no amargarse por el tránsito, y se relaja en su viejo refugio con ruedas.
El reconocimiento por su arte, el día en que pueda vivir de ello, no le preocupan. Está convencido de que llegarán con el tiempo, y no va a permitirse bajar los brazos.
Sólo una cosa le inquieta el alma. Esos ojos… esa personita que le alegra la vida, ya no puede recordar desde cuándo. Alguna vez, cuando eran compañeros en la secundaria, algo pasó entre ellos. Unos cuantos besos, un par de semanas de “estar saliendo”.
Pero a esa edad las cosas no se ven claras, y sólo ahora, después de tantos años de amistad, él puede reconocer que la ama. Ella ni siquiera debe recordar esos días de “romance”, pero ahora que él siente lo que siente volvió a vivirlos como los más felices.
Y ya no aguanta. Se ven muy poco por tantas obligaciones, y él la extraña demasiado. Está decidido: mañana se animará a confesarle su amor.

domingo, 27 de julio de 2008

Cuentos solitarios

Ella abre la puerta de su casa después de un largo rato buscando las llaves en su enorme y sobrecargada cartera. Reflexiona sobre la exagerada cantidad de elementos de “supervivencia” que considera imprescindible llevar consigo cada vez que sale, supone que se debe a que, en algún lugar de sí misma, posee cierto instinto de niña exploradora.
Entra a su casa, deja la cartera y el abrigo sobre una silla, y toma el teléfono. Ordena comida porque tiene hambre y es tarde, porque sabe que van a tardar en traerla. Lo suficiente como para tener tiempo de darse un buen baño antes.
Piensa en todas las cosas que debería haber hecho hoy y no tuvo tiempo de hacer. Tanto trabajo no puede estar bien. Enciende la tele y entra al baño. No importa que no la vea, necesita ese ruido detrás de la puerta entreabierta. Esa es una de las ventajas de estar sola: dejar la puerta abierta al ir al baño, la tele prendida a todo volumen, andar desnuda por la casa…
Un pantalón de joggin y un buzo sin lavar, el pijama tendrá que esperar a que llegue la comida. Nada demasiado frito ni lleno de grasa, pero tampoco lo suficientemente sano, después de todo, quién sabe cómo lo habrán hecho.
No es que no sepa cocinar, o que no le guste. Disfruta preparase un buen plato y sentarse tranquila a saborearlo. Pero últimamente no puede hacerlo muy seguido, es difícil conjugar el trabajo, la facultad, la familia, los amigos. Menos mal que está sola, no tiene idea de cómo se las ingeniería para tener alguien más en su vida. No, definitivamente no hay lugar, no es el momento indicado. Es cierto que extraña los llamados, los mensajes, las salidas. Extraña tener “esa persona especial” y ser eso mismo para alguien. Pero la facultad de medicina y las prácticas en el hospital no son para cualquiera, y ella tiene prioridades. No va a estar lista para encontrar a la persona indicada si ella misma no es quien quiere ser. Si no hace lo que ama.
Mientras tanto, no muy lejos de ahí, alguien sueña con sus ojos. Y se decide: mañana se animará a confesarle su amor.

jueves, 24 de julio de 2008

Una de chicos

Afuera llovía. Martín miró por la ventana e hizo “puchero”.
-Yo quería ir a jugar con los chicos, ¡ufa!
La mamá lo miró con ternura, la decepción de su nene le partía el alma.
- Bueno, ¡deciles que vengan a tomar la merienda a casa!
- ¡Pero nooo mami! ¡yo quería ir a jugar al fútbol a la canchita!
- Bueno Tincho, pero no se puede, está lloviendo.
- Si, ya sé – dijo el nene con voz burlona- ¿pero por qué no podemos ir a jugar igual? ¡es agua nada más!
- No Martín, no es sólo el agua. Está refrescando, vas a correr, vas a transpirar, y con el frío y todo mojado te vas a agarrar una flor de gripe.
- ¡UFA!
Tincho sabía que su mamá tenía razón, que hacía frío y podía enfermarse. Y que a sus amigos tampoco los iban a dejar ir. ¡Pero él iba a abrigarse! ¿Cuántas veces la lluvia sorprende a la gente por la calle, se mojan todos y aún así no se enferman?
Entiende que los grandes quieren cuidarlo, de toooodo. Pero por culpa de eso pierden el sentido de la diversión, los invade una constante preocupación hasta por las pavadas más grandes.
Se prometió que cuando creciera no iba a dejar nunca que la lluvia le arruinara ningún plan. Y lo hace. Los días más lluviosos y de frío, se toma un colectivo y va al cine. Aunque haya una llovizna molesta, se queda en la playa hasta última hora. Y así siempre. Al ir creciendo se dio cuenta de que muchas de las cosas que opinaba de chico fueron cambiando, modificándose por las nuevas experiencias y conocimientos.
Pero eso no. Esa es una batalla que el pequeño Martincito logró ganar.

miércoles, 23 de julio de 2008

Perritos

Perritos de todas las razas, mezclas y colores. Suavecitos,dulces,con los ojitos cerrados, abiertos, jugando, durmiendo. Unas cositas chiquitas que dan tanta ternura que es increíble. Una habitación llena de perritos, y en el medio Ella. Tan despreocupada, tan feliz. Una sensación plena que la invade de tibieza, olorcito a vainilla y sabor a chocolate. Un sueño maravilloso.
Entonces despierta, con esa sensación de alegría todavía en el alma y en el cuerpo.
Es cierto, era sólo un sueño. Pero lo que siente le es familiar...es lo que le pasa cada vez que está con él.

martes, 22 de julio de 2008

Y bueno...

Los últimos días se resistió a escribir. Aunque es algo que disfruta, y que se prometió hacer aún sin inspiración: s-entarse y dejar que las ideas fluyan hasta la pantalla. Sin tanto análisis, sin juzgarse.
Pero el viernes tuvo una conversación que le hizo recordar lo que pensaba originalmente de los blogs, y la hacía desistir de tener uno. Ella no quería convertirse en una más de las muchísimas personas denominadas “bloggers”, que se la pasan escribiendo sobre cosas que sólo le interesan a ellos y, con suerte, a la gente que los conoce. Se negaba a volverse uno de esos escritores amateurs sin talento que escriben buscando descubrir, con la reacción de los demás ante sus escritos, que en verdad son genios
incomprendidos con “público” propio.
Es por eso que en los últimos días no pudo actualizar. Cada vez que pretendía sentarse a escribir, los prejuicios e inseguridades personales volvían a asaltarla.
Pero hoy vuelve, porque se da cuenta de que es algo que le gusta hacer, sin importar que lo haga bien o mal, ni que lo lean o no. Finalmente sí es una más, queriendo sólo expresarse.

jueves, 17 de julio de 2008

Santa Colaboración

Ya se habló de que Ella es egoísta. De que no le gusta hacer nada si no siente verdaderos deseos, ganas, si no tiene verdadera intención de hacerlo. No le gusta sentirse obligada. No es algo de lo que se sienta orgullosa, más bien la avergüenza. Sin embargo, cree que de ese defecto se deriva una virtud: no es hipócrita. Prefiere evitarse la actitud de “Santa Colaboración” si no sale de sí misma. Puede que su mano no sea la primera en ofrecerse para dar una ayuda, pero cuando lo hace, es sinceramente, sin refunfuñar por dentro ni guardarlo para “futuros reproches”. Por eso tampoco le pide nada a nadie, y detesta cuando los demás eligen hacer cosas por ella sin sentirlo, porque sabe que después viene la echada en cara, ¡por algo que Ella ni siquiera pidió! Alguna vez le dijeron que es mejor hacer las cosas con desgano que no ayudar. Ella no lo cree así, pero… ¿quién puede saberlo?

miércoles, 16 de julio de 2008

Ayyyyyyy, qué regalar…

Hacer un regalo suele ser difícil. Excepto en esas poco habituales situaciones en las que uno ya sabe qué es lo que el homenajeado tanto desea y tiene la posibilidad de obsequiárselo, se hace complicado. Es que, a menos que sea un regalo por compromiso, uno espera poder demostrar con un objeto, un gesto o una sorpresa todo el cariño y el amor que siente por la persona en cuestión. ¿Suena a pedir demasiado, no? Peor aún, si lo que se intenta es ser original. Es que hay personas más difíciles que otras. A algunos ya sabés que les encanta la ropa y, aunque parezca un regalo muy común, no va a ser necesario que pienses en otra cosa, con eso tenés garantizada su alegría. Pero hay otros… tienen de todo, o lo que les falta prefieren comprárselo ellos, o no tienen gustos demasiado explícitos ni declarados. ¡Te desorientan por completo! Entonces uno se quema la cabeza pensando y pensando hasta que, de casualidad, se le ocurre algo que “cree” podría gustarle. Sí, es difícil. Pero pocas cosas son tan lindas como regalarle a un ser querido algo que lo sorprenda y lo haga feliz.

lunes, 14 de julio de 2008

Qué semanita

Esta es para Ella una semana complicada. Y eso que acaba de empezar.
Es sólo que no puede, no sirve, no le sale, manejar muchas cosas al mismo tiempo. Necesita estar organizada, darle a cada cosa su espacio, su tiempo de preparación (mental y “técnica”), su lugar. Necesita su momento para estar sola, el de sentarse a comer tranquila, el tiempo para disfrutar con amigos, con la familia, la lucidez para hacer bien su trabajo o para planificar las tareas de la facultad, para estudiar el texto de teatro, para acomodar la ropa, los papeles, las cosas que tiene que llevar al otro día, y muchas horas para hablar y llenar de besos a su “Él”. Ah, si! también necesita hacerse un momento para revisar los mails, actualizar el blog, chatear con sus amigas, llamar por teléfono para pedir turno con algún que otro médico y anotar todo lo que hizo en el día en su agenda. ¿Mencioné las horas de televisión y de viaje entre lugar y lugar a los que va a hacer sus “cosas”? No, ¿no? Y bueno, no puedo estar en todo.

domingo, 13 de julio de 2008

Cena para uno

Tirada en la cama mirando la tele, con una copa de vino en la mano, se sentía dentro de una película. Quiso pedir entonces comida para la cena y, para no romper la ilusión, decidió ordenar algo más “sofisticado” que la simple pizza de cada domingo. El sushi le pareció una buena opción, pero sólo por una cuestión de imagen. Y también un lujo que podía darse sólo por hoy, estando sola. La situación no estaba para costear ese tipo de comida para cuatro. Además era una experiencia nueva, no sabía si toleraría toda una cena con eso como único plato.
Era una noche extraña, pero tener esa sensación era algo habitual en ella. Lo que no es más que una paradoja, cuando la extrañeza se vuelve una repetición. Pero así se sentía. No es que todo estuviera fantástico, quizás era ella la que estaba bien. Claro que no del todo, uno no puede sentirse perfectamente si las personas que a uno le importan no se sienten del mismo modo. Más allá de eso, tenía la necesidad de agradecer, de celebrar por las cosas buenas de su vida. Y así intentó hacerlo, con ese extraño ritual, esa “cena romántica” con Ella misma. Brindó por todo eso que la hace feliz, a lo que a veces le resta importancia, cuando decide hundirse en sus pensamientos más pesimistas y absurdos. Afortunadamente, en esos momentos siempre recuerda que uno nunca está del todo bien o del todo mal para siempre. Son ciclos, hay que adaptarse, y vivir cada uno de la forma más intensa.

viernes, 11 de julio de 2008

Ese virus maldito

Los celos, como suelen decir, son una enfermedad. Es algo que se te mete en el cuerpo y te estruja el alma, te devora las certezas. Justificados o no, se vuelven un motivo de angustia y de desconcierto.
Ella no suele ser celosa. No porque sea muy segura de sí misma, sino más bien porque confía mucho en los demás, sobre todo en él. Aún así, el virus de los celos también la ataca (nadie está excento de eso).
Odia tener que reconocerlo, porque ser celoso es perder el control del propio razonamiento, suele ser un sentimiento basado en suposiciones y no en la certeza y en la lógica. Pero le sale así. Entones comienza otra duda:decir o no lo que uno siente. Ella lo dice. Cree que es lo más sano, pero no lo hace por eso. Lo hace porque no sabe callarse nada.

miércoles, 9 de julio de 2008

Sin pensar

No piensa, deja que las palabras fluyan. Que caigan sus dedos sobre el teclado con lo primero que le viene a la cabeza.
Son muchas las cosas que ocupan su mente. En este momento, la peor es la que tiene que ver con su futuro como estudiante. Últimamente el tema "facultad" la estuvo rodeando mucho. Varias personas conocidas se recibieron, o están a punto de hacerlo, y Ella, que siempre vió tan lejano el fin de sus estudios, se plantea todo el tiempo la necesidad de ponerle más ganas. De llegar a ver por fin el resultado de tantos años de cursada. Pasó los últimos años haciendo sólo lo mínimo necesario para no sentir que estaba abandonando, siempre con la idea en la cabeza de que el futuro se presentara con una oportunidad salvadora en lo que de verdad es su vocación, para permitirse dejar del todo. Pero sabe que las oportunidades no se presentan solas, "mágicamente". Entonces queda siempre a mitdad de camino, entre poner sus energías en la carrera, o ponerlas en buscar esa ansiada chance en su profesión.Las dos cosas al mismo tiempo no se puede. ¿Pero por qué no una, y después la otra? Porque le da miedo, le da miedo que los caminos que la vida le pone adelante la terminen alejando de lo que siente que ella es en realidad. Y sigue quedando a mitad de todo.

martes, 8 de julio de 2008

Un mes es demasiado

En un mes pueden pasar demasiadas cosas.
Cuando, por ejemplo, uno compra en enero entradas para un recital que es en julio, parece que falta demasiado tiempo. Sin embargo, sin siquiera darte cuenta, ese día tan esperado llega. Es como si los días pasaron volando y seis meses no fueran nada. Del mismo modo, cuando uno mira hacia atrás, parece que las cosas que pasaron hace apenas 30 días sucedieron hace un montón. Da la sensación de que ese mes duró mucho más que los 6 que pasaron mientras se esperaba el recital. El tiempo transcurre siempre a la misma velocidad pero, cuando se mira para atrás,todo parece mas lejano. A Ella le pasaron, desde hace un mes hasta hoy, un montón de cosas. Cosas buenas, malas, cosas "neutrales".Su vida se fue modificando, sus ámbitos, su rutina. Es increíble.
Sin embargo, lo más importante sigue constante: los seres queridos (¡y se agregaron más!)

El amorrrrrs

Trata de no hablar de su pareja, sabe que él prefiere conservar su intimidad como algo único para ellos dos. Pero a veces Ella necesita comentarlo, decirle a todos lo feliz que es cuando están juntos, haciendo las cosas más sencillas, mirando una película, tomando algo en un bar, caminando por la calle. Es lógico, cuando uno tiene una relación y una persona a su lado tan especial, quiere contárselo a todo el mundo.
Da miedo sentirse así de unido con alguien, necesitarlo, extrañarlo, agradecerle cada momento de su día que comparte con vos. Asusta, hay tormentas, dudas, falta de experiencia.Pero hace poco un amigo le preguntó si era mejor "pájaro en mano que cien volando". Y Ella no dudó. Porque cuando uno está con alguien que vale tanto y te hace feliz, cualquier otra posibilidad deja de existir.

domingo, 6 de julio de 2008

Yo payaso

Estuvo repartiendo globos vestida de payaso en una exposición para madres y chicos. Hace tiempo tenía ganas de hacer algo así, ver qué se sentía, si era capaz, si se animaba. La mayoría eran nenes chiquitos, que apenas hablaban, y se quedaban mirándola sorprendidos ante esa cara llena de maquillaje y colores. Algunos un poco asustados, otros con asombro, otros fascinados con el globo. Pero una nena, muy chiquita, la miró muy fijo. Por un momento no supo qué hacer, después pareció que estaba a punto de llorar. Ella le dio el globo, le tiró un beso, y la nena sonrió. Pasó del susto y el desconcierto a la alegría. Ya estaba cansada, le dolía la cara de tanto sonreír, las piernas de recorrer los pasillos con actitud “payasesca”. Se dio cuenta de lo agotador que era ese trabajo. Y sin embargo, ese sólo gesto, justificó la tarde.

jueves, 3 de julio de 2008

Hay gente que es mala

Hay gente que es mala. Hay chicos agresivos, personas desconsideradas, viejos de mierda. Están los egoístas, los crueles, los incapaces de sentir empatía, de identificarse con el otro. Están los que son así por naturaleza, por crianza, por ignorancia, y los que son así porque no les queda otra. Porque se cansaron de estar a la defensiva, del esfuerzo cotidiano que implica aguantar y aguantar los malos tratos y la indeferencia ajena (que también es una agresión). Porque ser buena persona es un trabajo. Pero lo es más aún cuando uno no solo tiene que luchar con los propios instintos, que implican siempre imponer la propia voluntad, sino también con las malas actitudes de los demás.
Ella quiere ser cada día mejor, pero le cuesta, le cuesta mucho.

miércoles, 2 de julio de 2008

Aguasfuertes porteñas por Ella

Sentada en el primer piso del local de comidas rápidas mira pasar los autos a través de la ventana. Los auriculares que compró por $3.5 hacen mucha interferencia o directamente no transmiten sonido alguno, y tiene que hacer malabares para poder escuchar por la radio el recital gratuito de la vuelta de los Cadillacs. No es fanática, pero le gusta la banda. Son parte de su historia, y de la de tantos otros.
Los únicos que verdaderamente trascienden, los que se mantienen vivos aún después de muertos, son los artistas. Sobre todo los músicos. Cada vez que escucha una canción de Fredy Mercury piensa por qué los grandes tienen que morirse antes de tiempo. Le hubiera gustado tanto ir a un recital suyo. Su música no pasa de moda, y cada vez que lo oye Ella siente que se llena de alegría.
A su alrededor hay gente comiendo hamburguesas, gente comiendo medialunas y tomando café con leche en vasos grandes de cartón. Como el que ella tiene en su mesa y acaba de tomar. Por algún motivo lo bebió tan rápido que no lo disfrutó. Quizás tendría sed.
¿Por qué la gente elige estos lugares para tantas cosas diferentes? No son más baratos (a veces hasta son más caros), ni verdaderamente tan rápidos.
Será porque nadie te molesta y te podés sentar a pasar el tiempo. A pesar de que siempre hay personas alrededor, todo el tiempo tratamos de aislarnos...

martes, 1 de julio de 2008

La imbecilidad humana

Ella está en un ciber, revisando mails, chateando, pasando el tiempo. Dos máquinas a su izquierda, un borrego energúmeno jugando quien sabe a qué se la pasa insultando en voz alta a algún hipotético enemigo. Ella no puede con su alma, la altera, la exaspera la imbecilidad humana. Del otro lado de los cubículos, una vocecita femenina le grita al idiota que se calle. Recibe como respuesta un "chupame la p..." y otras frasesitas del mismo estilo. A Ella le gustaría pararse y decirle todo lo que se le cruza por la cabeza No entiende cómo alguien puede ser tan limitado, y aún así creerse importante, tan prepotente y a los gritos. Tiene ganas de decirle cuán estúpido demuestra ser con esas exhibiciones públicas de "no me importa nada" y "acá el que manda soy yo". Pero no lo hace. Porque, lamentablemente, no se puede razonar con alguien así. Porque en esta época cualquiera se puede cruzar con algún loco por la calle, ya nadie mide las consecuencias de sus actos. Y prefiere no decir nada, aunque se atraganta con su opinión.