lunes, 26 de diciembre de 2011

Libro abierto

Pensar que hay gente que vive ocultando sentimientos. Callando, mintiendo a los demás y mintiéndose a si mismos. Pensar que algunos manipulan, "controlan", se hacen los distraídos, se auto-engañan, cuando yo todo el tiempo necesito expresarme. Todo el tiempo necesito decir lo que me pasa, publicarlo, gritarlo, confesarme. Cómo me cuesta cuando, por algún motivo, no puedo hacerlo (de a poco estoy aprendiendo que no siempre es lo mejor). Pero tengo la sensación de que las cosas me queman por dentro cuando no las digo.
Hay días en los que no sé qué hacer con lo que siento. Aunque se trate de pavadas como conmoverme con una película, emocionarme con una canción, ponerme nostálgica o sorprenderme con algún descubrimiento. Pequeñas cosas que provocan especies de conexiones, activan circuitos, generan electricidad. Y necesito sublimarlo, canalizarlo. Hacer que toda esa energía tenga un sentido, que se convierta en algo útil o en algo lindo, que no se pierda dentro mío.  
Pero además hay otro asunto: al ser activados por cosas tan aparentemente tontas o triviales, mis sentimientos suelen ser tan intensos como inconstantes. Son verdaderos, eso si... pero fluctuantes. Será por eso la ciclotimia...
Los que no cambian son los sentimientos profundos, los que generan las personas y las experiencias. Creo que nunca dejé de querer a alguien que alguna vez quise. No sé, quizás si, pero me cuesta pensarlo. Es que cuando uno comparte determinadas cosas con una persona, ese alguien nos deja algo que no puede borrarse. Y creo que eso es tan lindo...

martes, 20 de diciembre de 2011

Malditamente intransigente

Martes a la mañana. Nuevamente estoy llegando tarde al trabajo (muy). Miro por la ventanilla del colectivo, en el parque hay hombres jugando al fútbol, mujeres jugando al tenis, varias personas en las mesas de pic-nic disfrutando del sol. Hay otra vida. Mientras yo cargo con la cartera desordenada y repleta de cosas, un libro en la mano, el intenso dolor en el cuello que me persigue hace algunas semanas y la cara hinchada de dormir mal. Y cargo con lo peor y más pesado: mis obsesiones, mis caprichos, mi maldita intransigencia, esa incapacidad para aceptar cuando las cosas no son como yo quiero o necesito.
Anoche me acosté tardísimo sólo por haberme quedado luchando con la computadora, con un archivo que no podía ver, investigando cómo abrirlo, bajando un programa que no se instalaba bien y no lo reproducía. Podría haberlo hecho otro día. Podría haber esperado hasta hoy y verlo en otra computadora. Habría sido más sano e inteligente decidir eso una hora y media antes del momento en que finalmente me acosté ya que, de todas formas, las cosas no funcionaron y no me quedó otra que resignarme, vencida por el sueño. Pero yo quería ver el video en ese momento. No otro día, ni siquiera al día siguiente. En ESE momento.
Con muchas cosas me pasa lo mismo. No con todo, ni todo el tiempo. Sé muchas veces aceptar realidades, "las cosas como son", manejarme con relativa inteligencia. Pero otras veces, simplemente no puedo.
Un ejemplo simple: ayer quería comer empanadas. Pero no de cualquier lugar, las empanadas de una pizzería en particular. Cuando me di cuenta de que era lunes y estaba cerrado... casi me arruina el día. Peor aún, la opción de comer empanadas de otro lado me lo habría arruinado definitamente, habría sido totalmente frustrante y deprimente, porque yo quería las empanadas de ESE lugar. En su reemplazo almorcé otra cosa que me satisfizo bastante, una opción diferente pero que, de algún modo, me gustó tanto como podrían haberme gustado las empanadas.
Con la vida en general me pasa eso. Puedo llegar a aceptar si lo que quiero no lo puedo tener, pero no me conformo con algo parecido, con un "reemplazo". Sólo puedo conformarme si descubro cualquier otra cosa que me entusiasme con la misma intensidad que la original. No importa que sea completamente diferente, el punto es que me entusiasme del mismo modo.
Es muy difícil eso, las cosas que de verdad nos gustan o nos conmueven, las que más nos llegan, no suelen ser fáciles de encontrar.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Palabras

Volví a mi primer amor como hacía tiempo no volvía, volví a leer mucho, rápido, con esa ansiedad de antes, con esas ganas de ganarle a las páginas y descubrir lo que sigue. Me llené tanto de palabras ajenas que me quedé sin las propias, me está costando mucho escribir.
Quizás porque me abruma que haya tantas cosas increíbles ya escritas por ahí, que me conmueven, que me emocionan, que me hacen pensar, que me sorprenden. Se me hace imposible acercarme apenas a lo que me gustaría transmitir cuando escribo. Y escribo sobre cosas que no quiero decir. Que no quiero que otros lean, que yo misma no quiero leerme.
Esto lo escribí hace mucho y lo tenía archivado. De otras épocas en las que tampoco podía decir .

Qué
Qué desperdicio de pensamientos, de suspiros, de espasmos
qué tristeza de ojos llenos con miradas esquivas
qué belleza de persona inalcanzable...
Porque nada puedo hacer más que admirarte
porque no me llenaré los labios con tus besos
porque hay cosas en la vida que no pueden explicarse
no se entienden, no se justifican.
Ya no hay sueños que valgan, ni esperanzas.
Es la realidad, el hecho puro y consumado
de que nunca podrás verme de ese modo
de que nada va a cambiar aunque lo quiera.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Dilema

Me niego a aceptar imposibles y por eso me condeno a una vida llena de frustraciones. Cuánto más inteligente sería aceptar ciertas realidades como únicas e irrevocables. Cuánto más triste perder toda esperanza, las noches con sueños en los que todo es posible. Y son sólo eso, sueños. Pero cómo los siente el cuerpo, cómo se deja engañar estremeciéndose y disfrutando lo que nunca va a pasar. Cómo me despierto con una sonrisa por haberme dado el lujo de animarme a crear otra "realidad" en la que las cosas son distintas. No sé si servirá de algo o será peor. Yo creo que es bueno, siempre que la plenitud de los sueños no justifique un conformismo en el que deje de intentar cambiar todo aquello posible de ser cambiado. Pero las cosas que son y no pueden cambiarse... qué dolorosas resultan.