jueves, 28 de octubre de 2010

Boquitas cerradas

Ella tiene un problema, un exceso de expresividad, no puede callarse ni ocultar nada.
Está triste y se le nota porque parece un trapo de piso, hecha una lágrima y a pura queja.
Está feliz y vuelve loco a todo el mundo con su euforia y su alegría.
Esté como esté, voluntaria o involuntariamente, lo demuestra.
El problema es que se acostumbró a ser así y no puede callarse nada.
Hay muchas cosas que la indignan: la idiotez, las actitudes infantiles, la cobardía, la injusticia. Ante esas cosas, inevitablemente, siempre reacciona. Entonces termina alimentando esa misma estupidez ajena que critica (como si no tuviera suficiente con la propia) y no logra nada más que su propia irritación.
Porque, aunque le cueste entenderlo, hay gente con la que no vale la pena hablar. Porque, aunque le cueste lograrlo, sabe que si alguien quiere provocarla no tiene que darle el gusto de entrar en su juego, si alguien quiere pelearse tiene que dejarlo sólo con su bronca. Porque es mejor eso y mantener la convivencia. Porque definitivamente hay personas de las que no puede ser amiga, pero eso no implica volverse enemiga. Paz y amor hermanos y, como diría Sabina "Este pez ya no muere por tu boca, estos ojos no lloran más por ti".