domingo, 26 de diciembre de 2010

El amor, el amor...

Siempre creyó en el amor verdadero. Ese que se reconoce sin duda alguna al sentirlo y que dura para toda la vida. Siempre creyó en él hasta que lo sintió... y no fue correspondida. Entonces descubrió que si, que el amor existe, que se siente, incluyo se intuye, e inexorablemente se reconoce. Pero que, sin embargo, el sentirlo no implica necesariamente que vaya a ser el amor de "para siempre". Aprendió esto entonces, pero nunca pudo encontrar los motivos por los cuáles el amor verdadero no necesariamente es el amor para toda la vida.
Se conformó y se alegró, sin embargo, de saber con certeza que una vez amó, ya que hay personas que pasan la vida sin siquiera estar seguros de ello. Reconoció esta suerte de doble fllo, hermosa por ese lado, por saber lo que es el amor, pero desesperante por el otro, porque ya nunca podría volver a aceptar estar con alguien sin sentir esa certeza de que lo amaba. Ya no importa qué tan perfectos sean el uno para el otro, cuántas cosas comparten, qué tan conveniente, seguro, cómodo y alegre sería amarlo... sin el sentimiento certero del amor, nada vale.
Y un día, viendo una película (las respuestas que más buscamos a veces se aprenden en los lugares y momentos más inesperados) entendió lo siguiente: que si, que el amor verdadero existe. Que si, también, existe el amor para toda la vida. Pero que, y acá viene lo iumportante, el amor verdadero sólo es el amor de "para siempre" cuando ambos lo sienten.
Entonces, por más que uno ame y esté convencido de que esa era LA persona, por más que uno crea que ya nunca va a amar así e incluso que ya no vale la pena el amor si no puede ser con ÉL, tenemos que saber dejarlo ir. Porque, si el otro no nos ama, sin importar cuán verdadero sea el amor que le tenemos, definitivamente no es el amor de "para siempre".

jueves, 23 de diciembre de 2010

Todo es poco

Ella le pide una estrella pero él le ofrece la luna, porque todo es poco para esa princesa rea que aprendió de su mano sobre música y rebeldía.
En ella ve lo mejor y lo peor de si mismo, sin embargo la ama mucho más de lo que alguna vez pudo quererse.
Ella lo admira, lo quiere, lo sabe incondicional, compañero en todo y ante todo. A pesar de sus peleas, de sus engaños, incluso a veces hasta de su rechazo. Lo ama y le agradece. Y lo abraza, y le dice "no te mueras nunca" porque la luna llena ya no será suya cuando él no esté para ofrecérsela. Y nadie más le doblará la apuesta regalándole mucho más de lo que pide sólo por verla feliz.
Mientras los miro y los admiro me lleno de ternura, me emociono. Porque se tienen el uno al otro de un modo algo incomprensible, maravilloso. Porque es el amor en su estado más puro.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Certezas que se disipan

¿Hasta qué punto la perseverancia es buena y en qué momento pasa a ser pura obstinación? Ella duda sobre cuál es el límite para "aguantar", para intentar.
¿Cuándo se trata de perseguir un sueño y cuándo de insistir en algo que indefectiblemente nos lleva al fracaso?
Es tan difícil entender ese límite, es tan fácil frustrarse...
Ella cree que, sin importar los resultados, la garantía para no sentirse un fracasado es saber que al menos se intentó todo lo posible para llegar a hacer realidad nuestros anhelos. Pero ¿Qué define "todo lo posible"?
Mientras duda y no se decide a dar el siguiente paso o a abandonarlo todo, el tiempo pasa y decide por ella...