martes, 20 de diciembre de 2011

Malditamente intransigente

Martes a la mañana. Nuevamente estoy llegando tarde al trabajo (muy). Miro por la ventanilla del colectivo, en el parque hay hombres jugando al fútbol, mujeres jugando al tenis, varias personas en las mesas de pic-nic disfrutando del sol. Hay otra vida. Mientras yo cargo con la cartera desordenada y repleta de cosas, un libro en la mano, el intenso dolor en el cuello que me persigue hace algunas semanas y la cara hinchada de dormir mal. Y cargo con lo peor y más pesado: mis obsesiones, mis caprichos, mi maldita intransigencia, esa incapacidad para aceptar cuando las cosas no son como yo quiero o necesito.
Anoche me acosté tardísimo sólo por haberme quedado luchando con la computadora, con un archivo que no podía ver, investigando cómo abrirlo, bajando un programa que no se instalaba bien y no lo reproducía. Podría haberlo hecho otro día. Podría haber esperado hasta hoy y verlo en otra computadora. Habría sido más sano e inteligente decidir eso una hora y media antes del momento en que finalmente me acosté ya que, de todas formas, las cosas no funcionaron y no me quedó otra que resignarme, vencida por el sueño. Pero yo quería ver el video en ese momento. No otro día, ni siquiera al día siguiente. En ESE momento.
Con muchas cosas me pasa lo mismo. No con todo, ni todo el tiempo. Sé muchas veces aceptar realidades, "las cosas como son", manejarme con relativa inteligencia. Pero otras veces, simplemente no puedo.
Un ejemplo simple: ayer quería comer empanadas. Pero no de cualquier lugar, las empanadas de una pizzería en particular. Cuando me di cuenta de que era lunes y estaba cerrado... casi me arruina el día. Peor aún, la opción de comer empanadas de otro lado me lo habría arruinado definitamente, habría sido totalmente frustrante y deprimente, porque yo quería las empanadas de ESE lugar. En su reemplazo almorcé otra cosa que me satisfizo bastante, una opción diferente pero que, de algún modo, me gustó tanto como podrían haberme gustado las empanadas.
Con la vida en general me pasa eso. Puedo llegar a aceptar si lo que quiero no lo puedo tener, pero no me conformo con algo parecido, con un "reemplazo". Sólo puedo conformarme si descubro cualquier otra cosa que me entusiasme con la misma intensidad que la original. No importa que sea completamente diferente, el punto es que me entusiasme del mismo modo.
Es muy difícil eso, las cosas que de verdad nos gustan o nos conmueven, las que más nos llegan, no suelen ser fáciles de encontrar.

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