domingo, 13 de julio de 2008

Cena para uno

Tirada en la cama mirando la tele, con una copa de vino en la mano, se sentía dentro de una película. Quiso pedir entonces comida para la cena y, para no romper la ilusión, decidió ordenar algo más “sofisticado” que la simple pizza de cada domingo. El sushi le pareció una buena opción, pero sólo por una cuestión de imagen. Y también un lujo que podía darse sólo por hoy, estando sola. La situación no estaba para costear ese tipo de comida para cuatro. Además era una experiencia nueva, no sabía si toleraría toda una cena con eso como único plato.
Era una noche extraña, pero tener esa sensación era algo habitual en ella. Lo que no es más que una paradoja, cuando la extrañeza se vuelve una repetición. Pero así se sentía. No es que todo estuviera fantástico, quizás era ella la que estaba bien. Claro que no del todo, uno no puede sentirse perfectamente si las personas que a uno le importan no se sienten del mismo modo. Más allá de eso, tenía la necesidad de agradecer, de celebrar por las cosas buenas de su vida. Y así intentó hacerlo, con ese extraño ritual, esa “cena romántica” con Ella misma. Brindó por todo eso que la hace feliz, a lo que a veces le resta importancia, cuando decide hundirse en sus pensamientos más pesimistas y absurdos. Afortunadamente, en esos momentos siempre recuerda que uno nunca está del todo bien o del todo mal para siempre. Son ciclos, hay que adaptarse, y vivir cada uno de la forma más intensa.

1 comentario:

sol ..* dijo...

definitivamente, son ciclos. la aventura de encontrar la mejor adaptación a cad auno de ellos, o no encontrarla y dejarse llevar por las crisis y felicidadess de la época.