sábado, 28 de junio de 2008

La ley del menor esfuerzo

Ella tiene la tendencia constante de hacer sólo las cosas que le exigen menos trabajo. Sus actividades favoritas son las que no le demandan esfuerzo. Y cuando algo se torna un poquito más complicado de lo normal, pierde el interés. Es por eso que no disfruta la facultad: no importa cuán interesante le resulte una materia, siempre le parece torturante tener que sentarse a leer por obligación. No le gustan el trabajo, y tampoco le gusta sentirse obligada a nada. Pero eso es otro tema. Hoy estamos con su inclinación hacia la ley del menor esfuerzo.
Por esta forma de ser que tiene se desorienta, se desilusiona y se tiene poca fe con la vocación que lleva en el alma. Porque Ella quiere ser, se siente, actriz. Y con esa elección se metió en un problema. Nada define cuándo alguien es “actor”. ¿Cuando se recibe en el IUNA? ¿Cuando trabaja de eso? ¿Cuando al público le gusta? No tiene parámetros, no sabe cómo hacer las indicaciones que le da el director, no tiene formas de compararse con otros. Acá se le presenta el problema más difícil porque, una de las cosas que más quiere hacer, es una de las que menos le sale con facilidad.

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