jueves, 5 de enero de 2012

Pobreciiiiitooooo...

Hoy pensaba en la importancia de la gente con la que uno comparte su tiempo, sus días, su vida. No desde el lugar sentimental o espiritual del que hablo siempre sino desde otro plano más general. Pensaba en lo valioso que es que tus amigos, tus compañeros, tu familia, tus contactos, sean buena gente, bienintencionados, personas pensantes, maduras, frontales, sanas. Cuánto puede cambiar tu día alguien con quien hablar francamente, un mensaje o un mail de un amigo que te dice cosas lindas desde el corazón, alguien que se preocupa por vos y te pregunta genuinamente cómo estás. Gente que te tira para arriba, que te hace crecer, que te aporta cosas buenas desde la inteligencia, el talento o el corazón... o desde todo eso junto.
Qué diferencia hay cuando el entorno es otro, cuando las cosas no se dicen de frente, cuando el chiste es la agresión y el cariño son sólo palabras que no se condicen con los hechos. Cuando las personas no sólo son básicas sino que además no se reconocen como tales y miran con desprecio y con envidia a todos aquellos que los superan de algún modo, sólo porque ellos no están preocupados por o capacitados para superarse a sí mismos.
Es triste y a veces da bronca porque muchas veces la ignorancia acompañada de la falta de humildad y de los buenos sentimientos puede ser muy hiriente. Pero, pensándolo en frío... pobre gente.

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