lunes, 16 de enero de 2012

Definiciones

Qué difícil sentirse vacío, insatisfecho, desganado, cuando aparenta tenerse todo. Cuando lo que se quería se tiene, cuando hay amor, cuando se lograron las metas (al menos las más inmediatas). Qué difícil... el vacío parece potenciarse.
Por eso tal vez prefieren esa incertidumbre concreta, las ausencias, los deseos incumplidos. Los prefieren porque sospechan que el resolver las incertidumbres, llenar las ausencias y satisfacer los deseos no va a hacerlos felices. Porque, no nos confundamos, el objetivo es ser feliz.
Sin embargo existe un miedo aplastante, casi paralizante: el de alcanzar eso que tanto se anhelaba y aún así no lograr la felicidad. El darse cuenta de que, en realidad, no saben cómo encontrarla.
Pero, después de todo ¿la vida no se trata de eso? ¿De la búsqueda, más que de las respuestas y de las metas en sí?
Pasa el tiempo y el mundo de posibilidades se achica, todo lo que podíamos haber sido, todo lo que queríamos ser, empezamos a darnos cuenta de que hay cosas que ya no serán. Que otras todavía podrían ser pero seguimos sin elegirlas porque en los sueños eran perfectas pero nos damos cuenta de que no estamos hechos para eso. Y otras tantas están ahí, todavía prometiendo un mundo nuevo a descubrir, y no podemos decidirnos. Porque elegir un camino es descartar a los otros. Es seguir construyendo una vida y destruyendo muchas de las otras posibles. Y de eso se trata. Es que a veces es tan difícil resignarse.

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