lunes, 11 de julio de 2011

Polémica política

Me cuesta hablar sobre este tema porque siempre da para discusiones fuertes y lo cierto es que por lo general yo prefiero evitar esa clase de debates que, me parece, no suelen llegar a nada y dividen más de lo que enriquecen. Pero las circunstancias me llevan a involucrarme. Porque me encanta que la gente milite, creo que es muy bueno el tener esas ganas de participar, el poder creer en algo y tener confianza en que ese proyecto, esos representantes, pueden hacer algo de lo que a vos te gustaría que se haga. Está bueno tomar posición, es algo que yo no puedo hacer porque nada me convence. 
No me convence porque , perdón, seré muy desconfiada, pero yo no creo en la inocencia de los políticos. Hasta ahora ni uno, de ningún partido, logró convencerme de que no está metido en ningún negociado, de que no llegó a donde está por conveniencia. Ningún gobernante logró convencerme de que las medidas que toma, por buenas que me parezcan, las toma por convicción, por ideología. Perdón, no les creo. Todo me parece pura demagogia. Les conviene hacer, de vez en cuando, algo bueno. ¿Si me alegra que lo hagan? Si, por supuesto. Pero no me hace apoyarlos ciegamente y reconocerlos como "abanderados de los humildes". Puedo reconocer que son "menos peores", pero no puedo verlos como una respuesta, no les doy mi voto de confianza. Y eso sin llevar la cosa a demasiado análisis, porque lo que muchas veces uno podría decir "Si, es algo bueno" suelen ser cosas que a largo plazo les convienen porque contribuyen a la falta de educación, a la falta de proyección, a la mediocridad, sin aportar nada al cambio profundo que un verdadero proyecto plantea. Es pintar paredes mientras las cañerías estallan. Muchas veces, con pintura tóxica.
Y no entiendo por qué, en algún punto, la convicción, la simpatía de muchas personas por un partido o un candidato, termina convirtiéndose en una especie de enceguecimiento según el cuál tu partido y tu candidato son perfectos, intocables, imposibles de ser criticados, y los contrarios lo peor de lo peor. Por qué todo aquello que hacen aquellos que yo apoyo tiene una razón y una justificación cuando, si lo hicieran otros, sería una barbaridad. Me molesta el fundamentalismo, los dobles estándares el "ELLOS no pueden hacer esto pero si lo hacemos NOSOTROS está bien" 
Apoyar un proyecto no implica no poder criticarlo, enceguecerse y creer todo lo que nos venden. Estar en contra de algo tampoco implica no saber reconocer si alguna vez hizo algo bueno, aunque sepamos que lo hace por demagogia y por conveniencia. Definitivamente, los extremos SIEMPRE son malos.
Como con todo en la vida, las cosas no son "blanco o negro" "Dios y el Diablo". Como todo, las cosas no sólo tienen matices al observarlas en su totalidad, sino también matices en los distintos aspectos de sí mismas. ¿En qué momento se pierda de vista eso?

 Entonces está bien, apoyálos, festejá que pintes las paredes. Pero quedate ahí, al lado, aseguráte de que sea pintura y no veneno. Quedate ahí, al lado y decíles que, además, es importante revisar las cañerías. Y, lo más importante, no dejes nunca de pensar por vos mismo, de ver más allá de lo que te muestran. 

No hay comentarios: