lunes, 19 de octubre de 2009

El juego

Ella camina por el cordón de la vereda haciendo equilibrio. Todo el tiempo, sin saber por qué. Se marca líneas a seguir y juega sobre ellas al equilibrista. Si la línea termina, si se cansa, si tiene que cambiar el rumbo, simplemente lo hace. No es un síndrome obsesivo compulsivo, es sólo un juego. Pero, como todo juego, esconde una realidad: le gusta ponerse a prueba. Comprobar su control, su constancia, su balance.
Quizás la tranquilice saber que, al menos por un rato, puede controlar lo único sobre lo que se puede tener control en la vida: uno mismo.

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