viernes, 23 de abril de 2010

Mirada otoñal

Llega tarde al trabajo, a las corridas, como siempre. El apuro no le permite ese caminar lento que tanto disfruta, la respiración profunda, las sensaciones persistentes.
No tiene importancia. Las imágenes bastan, el frío rozándole la piel, las hojas secas renovando veredas y un viejo que las peina buscando embellecer al barrio.
La mayor parte de los árboles aún conseva sus copas casi intactas, verdes y frondosas, pero entre los huecos que empiezan a formarse el sol pasa apenas cálido, llenando todo de una luz enmarcada por las sombras que los propios rayos forman en su camino.
Todo es transición, armoniosa convivencia. Todo parece indicar que este viernes otoñal en Buenos Aires fue hecho para que Ella lo viera y se sintiera viva y feliz. Suena egoísta, es egoísta. Pero ese lugar, en ese momento, es sólo suyo.

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