Puede que muchos no se identifiquen en este tema, pero la realidad es que el conejo padece, entre todos sus defectos, uno que reconoce y detesta: la soberbia. No importa cuán presente lo tenga e intente evitarlo, de un modo u otro las situaciones y sentimientos ajenos se le presentan como una realidad única y tangible. Cree y se convence de que entiende por completo los problemas de los demás, incluso más que los propios protagonistas. Opina, da consejos y analiza, como si de sí misma se tratara. Como si fuera cierto que uno puede ponerse 100 % en los zapatos de otro. Asume que la perspectiva desde donde ve todo es la correcta, pero critica a quellos que sólo pueden ver a través de sus propios ojos. No es hipocresía, es convencimiento de que (a diferencia de la del resto) su mirada es amplia y abierta, e ignorancia de que, por mucho que esto fuera cierto, nunca puede dejar de pensar desde sí misma.
Pero, aunque a algunos les moleste esa forma de ser, lo peor de todo es: a ella misma le complica la vida.
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