lunes, 26 de octubre de 2009

Club de fans

Elegimos a nuestros ídolos no porque tengamos la capacidad o el conocimiento para analizar o medir su talento, sino por el modo en que nos conmueven. Y no me refiero a conmover en el sentido en que comúnmente se lo utiliza, como sinónimo de “enternecer”, sino en su otra acepción (según la RAE: “Perturbar, inquietar, alterar, mover fuertemente o con eficacia.”). Nuestros ídolos (artistas, deportistas, profesionales,amateurs, lo que fueran) son aquellos que consiguen movilizarnos, provocar en nuestro ser un sentimiento que segundos antes no existía, abrirnos los ojos a la realidad de que a alguien más en el mundo le pasa lo que a nosotros, identificarnos. O admirarlos porque hacen algo que desearíamos poder hacer así de bien. Es una conexión con esa persona, es bueno reconocer en el otro ese talento que desearíamos tener y apreciarlo por eso.
Todos deberíamos tener más idolos, dejarnos alcanzar por los otros, conmovernos. (pero evitemos los club de fans, las vinchitas identificatorias y los actos delirantes para demostrarles nuestro amor).

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